La disartria es un trastorno del habla que impide la correcta articulación de sonidos y palabras, dificulta la comunicación efectiva, y afecta también a la deglución. Conoce su tratamiento y los ejercicios más indicados.
Qué es la disartria y causas
El paciente con disartria no es capaz de hacerse entender, lo que puede llegar a provocarle depresión y aislamiento social.
La disartria es una dificultad para llevar a cabo una correcta articulación, tanto de sonidos como de palabras. Se da cuando existen problemas para controlar o coordinar los músculos que intervienen directamente en el habla, o hay una falta de tonicidad en los mismos, así como problemas en el sistema respiratorio (labios, lengua, mandíbula…).
Esto conlleva que las personas con disartria, tanto si son adultos como niños, tengan un lenguaje enredado y desdibujado, ya que su capacidad para hablar se ve mermada, y su habla no resulta comprensible para los demás a nivel general, o de manera aislada. Una consecuencia directa de este trastorno son las dificultades que genera a nivel social cuando el paciente no es capaz de hacerse entender, lo que en ocasiones puede llegar a provocar depresión y aislamiento social.
El habla, además de estar desdibujado (no marca bien los diferentes puntos y modos de articulación de cada fonema), es más lenta y, como consecuencia de una incorrecta coordinación fonorespiratoria, se convierte en una voz soplada, susurrada y ronca, emitiendo el paciente una voz tensa, nasal y áspera, con un ritmo y volumen irregular y monótono. Puede aparecer sialorrea, que es la secreción excesiva de saliva y, por tanto, babeo por la falta de tonicidad. Se compara la voz y el habla disártricos con el de un robot.
Estos pacientes también presentan problemas para deglutir, al no haber un buen control de los órganos orobucofonatorios (labios, lengua, paladar blando…) sufriendo de manera constante atragantamientos.
Causas de la disartria
La disartria puede tener diversos y variados orígenes, desde el empleo de determinados medicamentos como sedantes y narcóticos, haber sufrido un traumatismo craneoencefálico, trombosis, ictus, un tumor cerebral, parálisis facial, o enfermedades degenerativas como párkinson, alzhéimer, esclerosis múltiple, ELA y demencias.
Sea cual sea su origen, para que se dé la disartria tiene que quedar lesionada una zona específica del cerebro, que es la encargada de planificar, ejecutar, o regular, las órdenes motoras de los músculos encargados del habla, incluyendo también extremidades, cabeza y cuello. Es por ello que, aunque el sistema nervioso emite correctamente la orden motora los movimientos no son ejecutados con propiedad.
Mireya Cortavitarte. Logopeda experta en patologías de la voz