“Un niño insatisfecho y sin tolerancia a la frustración hoy vivirá una adultez sin habilidades sociales ni emocionales, resultados académicos decepcionantes y con un empleo en el que nunca se sentirá cómodo.”

El contexto en el que vive un niño determina las habilidades y competencias que este adquiere de forma natural, así como aquellas que requieren de una instrucción explícita por parte de los adultos (padres, madres y docentes).

Mi padre, por ejemplo, creció en una casa compartida con mis abuelos y sus once hermanos. La toma de turnos, la responsabilidad de cuidar unos de otros, la gestión de la espera, la necesidad de compartir, etc. fueron habilidades que adquirió de forma natural.

Los niños de hoy en día no tienen tribu en sus casas y eso puede ser un problema porque la tribu es el mecanismo de regulación básico. El grupo regula a sus miembros, les enseña que son uno más, que hay un orden, unas reglas, una regulación, una forma de actuar que es socialmente adecuada.

Los niños de hoy crecen en hogares en los que, en la mayoría de los casos, solo hay otro niño o niña, a veces con una diferencia de edad que evita problemas por toma de turnos en el uso de los juguetes, gestión de la espera, compartir, etc.

Asimismo, a diferencia de los de hace unas décadas, disponen de dispositivos tecnológicos de uso estrictamente individual desde edades muy (demasiado) tempranas. Solo hay que ver a un niño mover la bolita de YouTube para llegar al minuto y segundo del vídeo que le provoca la reacción emocional deseada para entender lo que esto implica sobre la gestión de la espera en la vida real.

El gran problema de la autorregulación

Por todas estas razones y alguna más, los niños actuales son las que más dificultades de autorregulación tienen desde que disponemos de estadísticas.

Así las cosas, las habilidades de autorregulación han de incluirse en el listado de habilidades en las que educar a nuestros hijos. Si las incluimos, estaremos educando niños con un desarrollo equilibrado entre sus habilidades cognitivas, emocionales y sociales. Estaremos enseñándoles a gestionar la espera, los turnos, el tiempo (planificar), la incertidumbre, la frustración. A mantener la atención sostenida, el esfuerzo (perseverar/resiliencia), a ser respetuosos y responsables.

La evidencia científica disponible confirma que las habilidades de autorregulación son esenciales para que los niños logren un desarrollo cognitivo, emocional y social adecuado que optimice su bienestar a lo largo de la vida, mejore su rendimiento académico, empleabilidad y salud.

En Ara Centro tenéis disponible un equipo de profesionales multidisciplinar para trabajar las habilidades de autorregulación.

The Conversatión. Lea el original.