Desde Ara Centro os sugerimos este artículo.

Muchos de los problemas de la humanidad están ahí porque entre todos, no hemos hecho lo suficiente para evitarlos. No hemos aprendido de la historia. No hemos tomado consciencia de las consecuencias de dejarnos llevar por actitudes inconscientes, cómodas, superficiales, egocéntricas o ambiciosas. O por líderes nefastos. Luego nos quejamos, nos indignamos o nos frustramos, y aparece el desencanto, la rabia, la impotencia…, dando siempre la culpa a otros y entrando en un círculo vicioso del que cuesta mucho salir, tanto a nivel individual como colectivo.

Una de las consecuencias más evidentes es que cada vez tenemos más problemas a nivel emocional. Cada vez hay más gente empastillada. Recordemos que España es el país europeo con mayor consumo de ansiolíticos. Y la Covid-19 lo ha empeorado y lo sigue empeorando todo hasta niveles insospechados.

El cambio depende de uno mismo.

Ha llegado la hora de hacer un verdadero cambio. Pero solo llegará si lo hacemos inicialmente de forma personal, individual, consciente, y luego lo utilizamos como motor de cambio social. Si todos cambiamos, la sociedad cambia. Al revés no funciona, ya que entonces la manipulación de masas nos anula individualmente, y eso es lo que está ocurriendo.

Tampoco llegará ese cambio deseado si pensamos que estamos determinados por los astros. De mí depende que yo sea buena o mala persona. Que comparta mis conocimientos con los demás. Que me preocupe por un vecino o pase de él. Que vaya a comprar el pan y que ese pan sea artesanal, saludable y sin aditivos, o que sea un pan industrial que me asegura un buen dolor de barriga. De mí depende que sea amable y esté relajado. De ser positivo, proactivo, resiliente. O negativo. Agresivo o asertivo. Que lea libros o no los lea. Que escuche o no escuche. Que aproveche el tiempo o lo pierda. Que camine o me mantenga en el sofá viendo series. De mi depende que sea responsable con el medioambiente. Que sea solidario o insolidario. Que sea superficial o profundo. Sensible o insensible. Romántico o borde. Egoísta o empático. De mí depende mi comportamiento. Que sea valiente o cobarde. Que me deje llevar por los demás o no. Que me valore. Que aprecie mis capacidades y las de los demás. Que cuide o sabotee mi propia salud. Que contribuya a crear un mundo mejor. De mí depende luchar o abandonar. Soñar, compartir, amar, vivir. De mí depende, no de una alineación Marte Júpiter, o de una conjunción Sol Venus en Aries. De mi voluntad depende que no me manipule nadie. Nadie ni nada. Yo tengo la última palabra. Y tú dependes de la tuya. De ti.

Dependemos de la actitud y el comportamiento de nosotros mismos. Que afrontemos los problemas. Que comprendamos su origen. Que nos conozcamos mejor y sepamos sacar más provecho a nuestras cualidades. Que aprendamos de los errores. Que valoremos el poder de la unión, de la solidaridad. Que nos cuidemos. Que dejemos de ser pacientes pasivos y nos convirtamos en agentes activos de nuestra propia salud, eso que siempre decimos que es lo más importante, pero que a la hora de la verdad nos olvidamos de cuidar. De nosotros depende que hagamos prevención y empecemos a alejar los factores de riesgo que nos hacen vulnerables ante innumerables ataques de microorganismos, tal como expliqué en mi anterior artículo titulado La gran clave es prevenir nuestro sistema inmunitario.

No es nada fácil cambiar todo esto. Nos lo están poniendo muy difícil. Pero no es imposible. Nada lo es. En estos momentos, muchas personas están aportando lo mejor de sí mismas. Muchas otras se están redescubriendo. Descubren su verdadero potencial. Se despiertan capacidades dormidas. Aumentan su autoconsciencia. Algunas, se dan cuenta de que sus problemas limitantes de siempre, su ansiedad, sus miedos, en realidad no son nada en comparación con verdaderos dramas que se están viendo. Se dan cuenta de lo afortunados que son de ser quienes son, y de tener lo que tienen. Se dan cuenta de que pueden superarlo. De que son bellísimas personas, capaces de dar lo mejor. De que pueden cambiar. Y todos podemos hacerlo. A nuestra manera, a nuestro nivel, dentro de las posibilidades de cada uno.

Debemos darnos cuenta de que en estos momentos debemos ser resilientes, humildes, apoyarnos, dejar atrás tantos y tantos errores. No tirar la toalla, sino sentirnos fuertes, motivados, solidarios. Esa actitud es contagiosa. Tanto o más que cualquier virus.

ESCRITO POR

José María Guillén Lladó es psicólogo general sanitario con postgrado en Psicopatología Clínica y Diplomado en Naturopatía especializado en psiconaturopatía y terapia integrativa mente-cuerpo;